En cualquier caso es obvia la influencia del calentamiento global. En el siglo XX las temperaturas han subido a nivel mundial 0,75º C y desde 1979, con datos de satélite, han aumentado entre 0,3 y 0,35º C. Pero el comportamiento en el Ártico se acentúa: la temperatura ha llegado a subir de media algo más de 1º C desde 1979, aunque en algunas zonas llega hasta los 4º C, si bien parece que últimamente podría estar disminuyendo. El tiempo dirá si esa bajada responde a una fluctuación pasajera o bien marca el inicio de una nueva tendencia. Si atendemos a las previsiones del Panel Intergubernamental Para el Cambio Climático (IPCC), éstas no invitan precisamente al optimismo.
Se puede comprobar en el siguiente gráfico elaborado con la evolución conjunta de las anomalías (desviaciones con respecto a la media en un promedio de 12 meses) de la extensión de la banquisa del Ártico (NDSIC) y la de la temperatura en el Polo Norte medida desde satélite (MSU-UAH). Roy Spencer, uno de los científicos más críticos con el origen antropogénico del calentamiento global, es el responsable de la puesta en marcha y calibrado de los satélites. Sus datos muestran un menor calentamiento que el observado en otras series con medidas realizadas en tierra que recurren a extrapolaciones por falta de estaciones en grandes áreas del globo. Las series de datos está disponible en la página Web del National Space Science & Technology Center de la Universidad de Alabama:
http://vortex.nsstc.uah.edu/data/msu/t2lt/uahncdc.lt Ver anexo Tª polo Norte y extensión Banquisa.
La conclusión es definitiva: existe una clara correlación negativa entre la evolución de la temperatura en el Polo Norte y la de extensión de la banquisa del Ártico, disminuyendo ésta última a medida que aumenta aquella. Incluso se puede determinar estadísticamente, obteniéndose un coeficiente de correlación de Pearson de -0,84.
Pero tal como se ha indicado anteriormente deben existir otros factores que afectan al retroceso de la banquisa. Antes de entrar en detalle en como han podido influir en los mínimos de los dos últimos años, es necesario detenerse en examinar los procesos involucrados en la formación invernal y destrucción estival de la banquisa.
A modo de resumen debemos contemplar los siguientes factores:

La influencia de la temperatura y la salinidad del agua en el proceso de formación del hielo marino.

La presencia de mayor o menor cantidad de hielo estacional o multianual, importante a la hora de que se produzca una mayor o menor deshielo en verano.

El albedo, o capacidad de reflejar la radiación solar incidente, que afectará a la temperatura del agua y por tanto a los procesos de congelación y deshielo

La banquisa no es uniforme en toda su extensión, ya que existen fracturas y lagunas que modificarán el albedo y por tanto la temperatura del agua. Veremos la importancia de dichas lagunas y fracturas.

Por último, no podemos considerar la banquisa como un ente estático. Está en continuo movimiento por todo el Ártico por la acción de los vientos que varían de acuerdo con la circulación atmosférica. La dinámica del hielo también viene determinada por la propia distribución geográfica de mares y tierra en el territorio del Ártico. La consecuencia es el establecimiento de un proceso dinámico y variable de circulación y desalojo de hielo multianual. Como veremos es un factor también decisivo, ya que la perdida de extensión no se debe sólo a la subida de temperaturas, sino también al aumento del desalojo de hielo multianual por el establecimiento de determinados patrones de circulación atmosférica y de presión en superficie (variaciones de la Oscilación del Ártico) que favorecen dicha expulsión, si bien algunos autores manifiestan que dichos patrones son consecuencia del propio calentamiento global, relación que no está ni mucho menos demostrada y sobre la que no hay unanimidad al respecto. Será un punto al que, dada su trascendencia, dedicaremos una especial atención.
Continuará... por hoy ya vale